Mexico lindo y herido
Por Angela Maria Leyton
[textmarker color=»F76B00″ type=»background color»]CORRESPONSALES[/textmarker]
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En un lugar idílico y turbio al sureste mexicano se inauguró el Festival Internacional de Cine de San Cristóbal de las Casas, entre campesinos encapuchados y extranjeros que se sentían en Woodstock. En esta primera versión del festival hicieron un homenaje a Costa – Gravas, Jorde Fons y sin pensarlo mucho a los 42 estudiantes normalistas desaparecidos.
Como sucede en la mayoría de los festivales internacionales de cine, la inauguración comenzó con las palabras un secretario con dudoso interés en el campo cinematográfico; se trataba del secretario de turismo de Chiapas, Mario Uvence Rojas, quien formalmente inauguró el evento a gritos: “el primer festival de cine de San Cristóbal de las Casas”; a gritos no por el fervor del tema que lo conmovía, sino para tapar el volumen de una manifestación que apareció en la sala.
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MU: Mario Uvence secretario de turismo de Chiapas.
VOZ: Gritos de la manifestación en el público
MU: Gracias al gobernador Manuel Velasco Cuello por hacer posible el festival,
VOZ: ¡¡ ladrón!!
MU: Por el trabajo, por el espíritu, por no tenerle miedo a los tiempos actuales,
VOZ: UNO!!!
MU: por dar los pasos que se requieren para el desarrollo de Chiapas
VOZ: DOS!!!
MU: y por entender que la cultura
VOZ: TRES!!!
MU: dejará una huella
VOZ: CUATRO!!!
MU: en la conciencia, le guste
VOZ: CINCO!!!
MU: o le disguste,
VOZ: SEIS!!!
MU: al quien sea.
VOZ: SIETE!!! OCHO!!! NUEVE!!! DIEZ!!!… ¡¡¡¡¡¡¡¡CUARENTA Y TRES!!!!!!!!!!!!!
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El fuego de la inauguración se extinguió y empezó una programación intensa de cine en la que se proyectó desde La capital de Costa-Gavras hasta La sal de la tierra de Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado. En El tiempo y la memoria, una de las secciones del festival, se podía navegar entre algunos personajes de Chiapas casi tan imaginarios y transformadores como la comandanta Ramona y el comandante Marcos, películas en tzotzil traducidas al español y otras historias que permitían un diálogo anacrónico y universal sobre la violencia humana, donde el miedo es la principal estrategia para la destrucción.
Conocer películas a través de festivales dá la misma sensación de estar en el parque de diversiones soñado cuando eres niño, para quienes quieren despertarse y acostarse viendo un cine actualizado, que solo se puede encontrar con este tipo de programaciones. Todo lo contrario sería hacer parte de un festival y no ir a ver las películas, esa acción es comparable con trabajar en la entrada de una fiesta vendiendo las boletas y ni hablar de ir a cine después de una gran fiesta, podría ser la peor tortura para cualquier ser humano.
Poder encontrar nuevas historias en temáticas tan tratadas como los migrantes, es un reto que hace Llévate mis amores, un largometraje documental dirigido por un estudiante mexicano de comunicación social, Arturo González, quién también funda una productora ACTO FILMS y escribe notas de cine en una revista web llamada PROCESO, resulta toda una descripción de una persona que encontró unos pocos buenos amigos y venció el miedo de hacer cine para vivir de él.
El documental Llévate mis amores permite viajar por los miedos de los migrantes que van atravesándose la frontera sobre “La bestia”, el tren que lleva materia prima mexicana sin freno a E.U. El documental es la cotidianidad de un colectivo de mujeres “Las patronas” que desde 1995 cocinan grandes cantidades de comida para lanzar a los migrantes cuando pasan en el tren.
La cámara corre con los migrantes, cocina con “las patronas”, se sienta con ellas hablar y logra pasar la frontera de esas respuestas prediseñadas que la mayoría responde antes de hablar con el estómago. Una tragicomedia mexicana que continúa, con la fraude electoral, con la psicología de la opresión, donde quieren inyectarle miedo a todo un país, creando fronteras dentro de fronteras, son temas que este documental observa mientras se oye el ruido de un tren.
El camino de los migrantes resulta un viaje sin frenos para centroamericanos y suramericanos que luchan con la velocidad de “la bestia” por un sueño americano que es el único que tienen en sus maletas, estas aves son víctimas de policías, traficantes, enfermos, este documental permite hablar más allá de un encuadre, convirtiéndose en un documento que permite dialogar y entender la vida política de un país herido pero tan lleno de cine y de personas dándole voz a otras a través de imágenes, convirtiéndolo en un país intenso desde donde se mire.
Lo mejor que puede pasar es que el festival de Cine de San Cristóbal de las Casas continúe y no sea un desaparecido más.