Por Ana María Ortíz Moreno
[textmarker color=»F76B00″ type=»background color»]CORRESPONSALES[/textmarker]
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La Muestra Indígena del FICCI 2022, fue una selección variada, compuesta por cortometrajes de diferente naturaleza, forma, búsquedas; que coinciden en una importante cualidad: sus autores son miembros de comunidades indígenas. Se trata de un ejercicio de autorepresentación significativo que genera un aire de miradas diferentes, con otras preguntas, y otras formas de solucionar cinematográficamente.
Esta es una muestra que confirma el esfuerzo conjunto del festival, y de las instituciones culturales que en él intervienen, por reconocer la importancia de darle un espacio al esfuerzo de producción que se realiza en las diferentes partes del territorio por parte de las comunidades indígenas. La muestra presenta unos cortometrajes altamente valiosos que le dan un aire nuevo a la programación del festival; un matiz necesario que complementa de forma acertada su extraordinaria selección curatorial, y le da un toque indispensable de responsabilidad por las narrativas propias de nuestras comunidades indígenas. Junto a los directores de trayectoria y las propuestas que se pueden ver en el amplio catálogo del Festival, vimos un grupo de jóvenes indígenas y no indígenas que trabajan juntos por consolidar propuestas desde los territorios, las comunidades y las juventudes que están construyendo una manera de ver el mundo a través del audiovisual. El programa de cortos dio a estas personas, que se presentan como talentos emergentes, el gran privilegio de presentar juntos sus trabajos, y compartir durante el festival para crear redes e intercambiar, para fortalecer la experiencia en los territorios. Para los espectadores es invaluable la oportunidad de tener una noción cercana de los resultados de las gestiones; un abrebocas de cómo va el asunto al cual la dirección de audiovisuales, cine y medios interactivos a través del enfoque étnico ha guiado muchos de sus esfuerzos.
Aribada de Simon(e) Jaikiriuma Paetau y Natalia Escobar explora una narrativa queer atrevida, entre una puesta en escena surrealista que relaciona al ser de la mitología Embera Aribada, con imágenes novedosas y únicas. Este corto ya ha tenido un recorrido interesante por festivales, y su génesis parece cohesionado gracias a la unión y afinidad del colectivo queer que,que autogestionado, llevó a cabo la obra.
El silencio de las semillas de la realizadora Elizabeth Pirela, formada en San Antonio de los baños, es un poema visual Wayuú. Explora formas narrativas interesantes, con una promesa de continuar gestándose y nos presenta los inicios de lo que puede ser un estilo propio del territorio, una forma cinematográfica de la estética Wayuú. Hay algo muy singular de la directora que puede percibirse en el tratamiento de la imagen, pero se hace evidente en cuanto adquieren un sentido muy único, complementado por las imágenes literarias presentadas en la voz en off y la maravillosa música compuesta por un guitarrista también perteneciente a la comunidad.
Kun Bi / Cortando leña. Jorge Eliecer Alfaro y Agamenón Quintero fue un corto ganador de FDC, relatos regionales. Siguiendo la sabiduría presente en el proverbio “la unión hace la fuerza”, Eliecer y Agamenón generan un vínculo que presenta una historia desde las entrañas de la Sierra Nevada, con una aproximación desde el Valle del cacique Upar. En Valledupar se encuentran y llegan a los acuerdos los dos directores, generando una relación de familias, que les permite llevar a cabo este trabajo. Este es el primero de los cortos de ficción que esperan realizar para continuar con las narrativas gestadas en colaboración. Se trata de un trabajo que nos recuerda otros ejercicios exitosos como “Resistencia en la línea negra”, también producto una alianza o relación creativa dada entre realizadores de la comunidad arhuaca y personas no indígenas.
Mapu Kutran de Roberto Urzua. El extranjero entre los colombianos. Un descendiente de mapuches – comunidad indígena que habita el actual territorio de Chile – nos presenta su visión, en parte apocalíptica, en parte esperanzadora, de la situación de sostenibilidad ambiental del planeta. A partir de sus reflexiones sobre el encuentro entre la cosmovisión indígena y un tipo de el desarrollo propuesto por las políticas extractivistas, el director crea una película que propone una posibilidad de salvarnos a partir del rescate de la sabiduría ancestral.
Theecx Khubx y la recuperación de tierras de Alan Santamaría y el colectivo TAW estudios, es una sorpresa ante los retos tremendos de la técnica animada. TAW estudios, al que pertenece un grupo de jóvenes NASA que después de un proceso de formación en animación en 3D de más de dos años, le da vida a la historia de la intervención de un ser mitológico en el proceso en el Cauca para la recuperación de tierras. Con un sentir tan épico como la historia, el proceso de producción de esta película asombra a los espectadores, quienes entendemos las complejidades de una película animada y las contrastamos con las declaraciones: “nos tardamos 6 meses”, hechas por parte de Alan, un director no indígena que conoce y respeta los procesos de la organización de la comunidad con la que trabaja.
Celebro la posibilidad de acercarme a esta selección de trabajos. En las miradas nuevas está el futuro del cine. Recuerdo cuando en el 2008 asistí por primera vez a una de las primeras muestras de Nuevos creadores, hoy en día una de las selecciones de cortometrajes creados por universitarios más importantes del país. Eran ejercicios, trabajos valiosos, pero con potencialidad latente, pero no sólidos aún. Sin duda, las primeras versiones de esta sección creada para promover la producción audiovisual de cortometrajes de Ficción, Documental y Animación entre los estudiantes colombianos, dejaron a los asistentes con una impresión similar a la que deja la selección de cortometrajes de Muestra de Cine Indígena. La misma sensación de estar ante trabajos que prometen el desarrollo de una narrativa diferente; el deseo de seguir la carrera de esas y esos directores. Hoy en día el nivel de los trabajos seleccionados en la curaduría hecha para nuevos creadores es muy alto. Después de este FICCI, es posible proyectar y pensar ver en unos años el mismo crecimiento para la Muestra de cine Indígena.