Por Catalina Ballesteros
Comité Editorial Revista Visaje
[textmarker color=»F76B00″ type=»background color»]RESEÑA[/textmarker]
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Texto escrito para el ciclo de sexo y erotismo en el cine y audiovisual colombiano
organizado por Revista Visaje con el apoyo de la Cinemateca de la Universidad del Valle*
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La Universal es una precaria agencia de detectives, el negocio familiar de Diógenes y Fabiola, esposos, y Clemente, sobrino de Diógenes. Han recibido un caso prometedor: averiguar los detalles de la presunta infidelidad de Margarita, actriz porno y amante de un mafioso español preso en Colombia. El español también está casado y la única persona fiel en toda la historia es su esposa, pues Fabiola es amante de Clemente, y Diógenes también se verá inmiscuido en otra relación.
La película, que despertó polémica en su estreno, se desarrolla entre mentiras, traiciones y sexo. Las relaciones entre los personajes son transacciones mediadas por el dinero y por sus propios cuerpos. Por un lado, un mordaz instinto de supervivencia y falta de escrúpulos, los lleva a engañarse mutuamente para obtener beneficios económicos, mientras entregan el cuerpo sin reparos al placer, aunque también de manera fraudulenta. Margarita, quien además de tener el sexo como profesión, sólo se acuesta con hombres que pueden traerle algún beneficio. Fabiola y Clemente, lo hacen por amor. Diógenes por venganza. El deseo y la obsesión son los impulsos que los motivan a actuar, y hacen avanzar la historia.
Aljure quiere que los espectadores seamos cómplices y nos lo muestra todo muy de cerca. Con constantes primeros planos, aspira a que leamos la mentira y la tensión en la cara de los protagonistas. Por momentos se hace irreal, y nos pone en primera persona, frente a intercambios de miradas. El aturdimiento visual pretende mostrar en detalle las expresiones de aquellos humanos ‘’sin moral’’, que al final, terminan todos condenados por su fé en la carne. Sin embargo, nunca llega al drama y se abstiene de la seriedad y la tristeza. Es una comedia negra que no juzga ni recrimina, nadie es víctima ni victimario.
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